El diario EL PAIS publica en su edición de hoy lunes 5 de noviembre un artículo sobre los libros de Circe y Miradas Bartleby. Podeís leer el artículo pinchando en este enlace.
lunes, 5 de noviembre de 2007
Raymond Carver y ellas
Así se titula el magnífico artçiculo que firma José Ángel Barrueco en el diario La Opinión de Zamora en torno a los dos libros publicados por la ex-mujer y por la viuda de Carver, Tess Gallagher, en España recientemente. En lo que concierne a la colección Bartleby Miradas, Carver y yo. Podéis leerlo pinchando en el siguiente enlace.
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lunes, 29 de octubre de 2007
Artículo en El Diario Vasco
Y en la edición digital del Diario Vasco se ha publicado un artículo de Alberto Moyano sobre Carver y sus dos mujeres, resumen de los contenidos del libro editado por Circe y por Miradas Bartleby. Este es su enlace.
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El Diario Vasco
Reseña en la revista ENCUENTROS
La revista digital Encuentros de lecturas y lectores, de Santos Dominguez, publica hoy un largo artículo sobre este libro. Podéis leerlo aquí.
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"Carver y yo" en el magazine NO TE SALVES
El magazin cultural independiente NO TE SALVES ha elegido libro de la semana a Carver y yo, de la norteamericana Tess Gallagher. Podéis leerla la reseña visitando el siguiente enlace: NTS
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"Carver y yo" en la revista ELLE
El número de noviembre de la edición española de la revista ELLE dedica una página completa a Carver y yo, con especial atención a la figura de Tess Gallagher, viuda del escritor y autora de este libro "en memoria del autor". El artículo lo firma Zira Box Varela.
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Entrevista a Jaime Priede, traductor de "Carver y yo" en LNE
El suplemento CULTURAS del diario La Nueva España publica en su edición de hoy jueves una entrevista de José Luis Argùelles con Jaime Priede, traductor al castellano de la poesía de Raymond Carver, C. K. Williams y Anne Michaels. También del mejor John Berger. Toda la conversación se realiza al hilo de la reciente publicación en España de los libros Carver y yo, de Tess Gallagher, y Reparación, de C. K. Williams, de los que Priede es traductor. Podéis leer la entrevista pinchando en el siguiente enlace.
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"Carver y yo" en el blog de David González
David González ha publicado en su blog Yo no quiero ir al cielo la siguiente entrada sobre Carver y yo
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jueves, 18 de octubre de 2007
"Carver y yo" en Jazztelia
Doménico Chiappe firma una emocionante reseña de Carver y yo en el portal de cultura de Jazztel, Jazztelia bajo el título "La tristeza absoluta de Tess Gallagher". Podéis leerlo pinchando aquí.
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martes, 9 de octubre de 2007
Las dos vidas de Raymond Carver
Reproducimos el artículo publicado ayer, ocho de octubre, en la edición nacional del diario EL MUNDO:
Las dos vidas de Raymond Carver
La primera mujer del escritor, Maryann Burk, revela en un libro su
tormentosa relación, mientras que su actual viuda, Tess Gallagher,
ofrece en otro volumen la imagen de un hombre renacido al final.
EMMA RODRÍGUEZ MADRID- Raymond Carver, como él mismo decía, vivió dos vidas claramente diferenciadas: una primera marcada por el conflicto y el alcohol, y una segunda etapa de redención, en la que, pese a la enfermedad, alcanzó al fin la madurez creativa y emocional. Curiosamente, ahora coinciden en las librerías españolas dos libros que dan cuenta de esas dos vidas.
Dos vidas narradas por dos mujeres que conocieron muy de cerca al célebre autor de Catedral y que realizaron con él ambas travesías vitales: Maryann Burk Carver, su primera mujer, de la que Circe publica su testimonio, Así fueron las cosas, y la poeta Tess, Gallagher, quien da cuenta de los años finales de la vida del/escritor, de esa excepcional comunión literaria y espiritual que compartieron en Carver y yo (editorial Bartleby).
Las dos entregas reconstruyen el puzzle de la vida de un hombre que quiso ser, por encima de todo, escritor. Maryann Burk retrata al Carver más joven, al que intenta abrirse camino en el mundo de la literatura en lucha permanente contra el peso de sus orígenes humildes, un peso fácilmente rastreable en algunos de sus cuentos más sombríos y desesperanzados.
Quien se acerca a Así fueron las cosas tiene la sensación de que, a la manera de una terapia personal, la autora ha necesitado recurrir a la confesión para situar los acontecimientos en su justa medida, para defender los momentos de felicidad de su vida junto a Carver, con quien tuvo dos hijos, y pa- ra reflexionar sobre el derrumbamiento de su matrimonio.
El atractivo del libro radica en que, pese a su sencillez, encierra varios niveles de lectura. Por un lado, resulta esencial para conocer al escritor en ciernes, para rastrear sus manías y sus técnicas de trabajo y para acercarse a sus demonios interiores; por el otro, encierra el relato de una mujer profundamente enamorada y sometida a un desgaste emocional que resulta estremecedor.
Carver llegó a definirse en esa etapa de su vida como Raymond el malo y espeluznantes resultan los episodios de violencia, esos momentos en los que el escritor, totalmente borracho, pegaba a su mujer hasta el punto de que en una ocasión ésta llegó a ser operada de urgencia. El relato de Maryann Carver es el de una mujer maltratada, incapaz de abandonar al hombre al que quiere. Junto a él siguió la senda del alcohol, soportó sus sucesivas infidelidades y abrazó una y otra vez el perdón, confiando en que un día luminoso todo se quedase en una simple pesadilla.
«En su momento, Ray escribirá sobre esto 'mejorando' los hechos para crear buenos relatos. Así que saldrá algo positivo de todo el asunto, porque será importante para la obra de Ray. Yo misma había dicho que su obra era lo más importante para nosotros. Nunca me había considerado una víctima que se dejase maltratar», llega a confesar en un momento, tras narrar un episodio de agresión.
Hasta que se separaron, a finales de los 70, Raymond y Maryann Burk parecen los protagonistas de una novela sobre el amor y el deterioro de una pareja joven, que atraviesa por todo tipo de dificultades para sobrevivir, desempeñando «trabaios de mierda», como el escntor decia, para poder pagar el alquiler de las múltiples casas en las que vivieron y para poder seguir estudiando. Eran demasiados obstáculos para un hombre que por encima de todo quería escribir y también para una mujer que debía cargar con la responsabilidad de permitirle que se entregase por entero a su obra.
No hay resentimiento, pese a todo, en esta entrega. Maryann Burk logra salvar muchas cosas del naufragio y valora la relación cordial que llegó a mantener con el escritor después de la separación, cuando ya él era un autor consagrado y le envió, feliz, el manuscrito de su primer gran éxito, De qué hablamos cuando hablamos de amor.
En junio de 1977 Raymond Carver decidió no tomar ni una copa de más, después de sucesivas hospitalizaciones y tras haber contemplado muy de cerca el filo de la muerte. Ese día empezó su segunda vida y enseguida entra en escena Tess Gallagher, la mujer que conoció a un nuevo hombre, a un hombre al que le quedaban sólo 11 años de vida.
El cáncer truncó su viaje demasiado pronto (en 1988, a los 49 años), pero le dio la suficiente tregua como para experimentar un renacimiento y desbloquearse creativamente, brotando de su pluma relatos y poemas que muestran toda la grandeza de quien se convirtió en el gran renovador de la narrativa estadounidense contemporánea.
«Un milagro, un regalo, una propina». Así se referia el autor a esa especie de epílogo de su existencia. Y Tess Gallagher da cuenta en Carver y yo, un compendio de ensayos y testimonios muy esclarecedores (capítulo aparte merece la correspondencia entre Gallagher y Robert Altman, con motivo de la realización del filme Vidas cruzadas) de cómo el escritor, a quien alguien retrató como «el hombre más triste que he conocido», llegó a recuperar las ganas de vivir «en ese colchón de esperanza en el que extendimos nuestra vida más allá de lo provisional».
«No me imagino viviendo con alguien que no escriba. Comprendes lo que necesita el otro: la soledad y la intimidad», confesó Carver, quien había encontrado a la compañera ideal, alguien por quien sentirse amado en la tierra, como llegó a decir en un bello poema.«Fue un regalo maravilloso esa forma de colaboración tan extraordinaria de nuestros corazones y nuestras mentes», señala Gallagher en un libro que también regala al lector auténticas lecciones de vida: así, la capacidad del ser humano para aceptar el dolor y la pérdida desde el valor; así, el triunfo de la creación frente a la enfermedad y a la propia muerte.
Las dos vidas de Raymond Carver
La primera mujer del escritor, Maryann Burk, revela en un libro su
tormentosa relación, mientras que su actual viuda, Tess Gallagher,
ofrece en otro volumen la imagen de un hombre renacido al final.
EMMA RODRÍGUEZ MADRID- Raymond Carver, como él mismo decía, vivió dos vidas claramente diferenciadas: una primera marcada por el conflicto y el alcohol, y una segunda etapa de redención, en la que, pese a la enfermedad, alcanzó al fin la madurez creativa y emocional. Curiosamente, ahora coinciden en las librerías españolas dos libros que dan cuenta de esas dos vidas.
Dos vidas narradas por dos mujeres que conocieron muy de cerca al célebre autor de Catedral y que realizaron con él ambas travesías vitales: Maryann Burk Carver, su primera mujer, de la que Circe publica su testimonio, Así fueron las cosas, y la poeta Tess, Gallagher, quien da cuenta de los años finales de la vida del/escritor, de esa excepcional comunión literaria y espiritual que compartieron en Carver y yo (editorial Bartleby).
Las dos entregas reconstruyen el puzzle de la vida de un hombre que quiso ser, por encima de todo, escritor. Maryann Burk retrata al Carver más joven, al que intenta abrirse camino en el mundo de la literatura en lucha permanente contra el peso de sus orígenes humildes, un peso fácilmente rastreable en algunos de sus cuentos más sombríos y desesperanzados.
Quien se acerca a Así fueron las cosas tiene la sensación de que, a la manera de una terapia personal, la autora ha necesitado recurrir a la confesión para situar los acontecimientos en su justa medida, para defender los momentos de felicidad de su vida junto a Carver, con quien tuvo dos hijos, y pa- ra reflexionar sobre el derrumbamiento de su matrimonio.
El atractivo del libro radica en que, pese a su sencillez, encierra varios niveles de lectura. Por un lado, resulta esencial para conocer al escritor en ciernes, para rastrear sus manías y sus técnicas de trabajo y para acercarse a sus demonios interiores; por el otro, encierra el relato de una mujer profundamente enamorada y sometida a un desgaste emocional que resulta estremecedor.
Carver llegó a definirse en esa etapa de su vida como Raymond el malo y espeluznantes resultan los episodios de violencia, esos momentos en los que el escritor, totalmente borracho, pegaba a su mujer hasta el punto de que en una ocasión ésta llegó a ser operada de urgencia. El relato de Maryann Carver es el de una mujer maltratada, incapaz de abandonar al hombre al que quiere. Junto a él siguió la senda del alcohol, soportó sus sucesivas infidelidades y abrazó una y otra vez el perdón, confiando en que un día luminoso todo se quedase en una simple pesadilla.
«En su momento, Ray escribirá sobre esto 'mejorando' los hechos para crear buenos relatos. Así que saldrá algo positivo de todo el asunto, porque será importante para la obra de Ray. Yo misma había dicho que su obra era lo más importante para nosotros. Nunca me había considerado una víctima que se dejase maltratar», llega a confesar en un momento, tras narrar un episodio de agresión.
Hasta que se separaron, a finales de los 70, Raymond y Maryann Burk parecen los protagonistas de una novela sobre el amor y el deterioro de una pareja joven, que atraviesa por todo tipo de dificultades para sobrevivir, desempeñando «trabaios de mierda», como el escntor decia, para poder pagar el alquiler de las múltiples casas en las que vivieron y para poder seguir estudiando. Eran demasiados obstáculos para un hombre que por encima de todo quería escribir y también para una mujer que debía cargar con la responsabilidad de permitirle que se entregase por entero a su obra.
No hay resentimiento, pese a todo, en esta entrega. Maryann Burk logra salvar muchas cosas del naufragio y valora la relación cordial que llegó a mantener con el escritor después de la separación, cuando ya él era un autor consagrado y le envió, feliz, el manuscrito de su primer gran éxito, De qué hablamos cuando hablamos de amor.
En junio de 1977 Raymond Carver decidió no tomar ni una copa de más, después de sucesivas hospitalizaciones y tras haber contemplado muy de cerca el filo de la muerte. Ese día empezó su segunda vida y enseguida entra en escena Tess Gallagher, la mujer que conoció a un nuevo hombre, a un hombre al que le quedaban sólo 11 años de vida.
El cáncer truncó su viaje demasiado pronto (en 1988, a los 49 años), pero le dio la suficiente tregua como para experimentar un renacimiento y desbloquearse creativamente, brotando de su pluma relatos y poemas que muestran toda la grandeza de quien se convirtió en el gran renovador de la narrativa estadounidense contemporánea.
«Un milagro, un regalo, una propina». Así se referia el autor a esa especie de epílogo de su existencia. Y Tess Gallagher da cuenta en Carver y yo, un compendio de ensayos y testimonios muy esclarecedores (capítulo aparte merece la correspondencia entre Gallagher y Robert Altman, con motivo de la realización del filme Vidas cruzadas) de cómo el escritor, a quien alguien retrató como «el hombre más triste que he conocido», llegó a recuperar las ganas de vivir «en ese colchón de esperanza en el que extendimos nuestra vida más allá de lo provisional».
«No me imagino viviendo con alguien que no escriba. Comprendes lo que necesita el otro: la soledad y la intimidad», confesó Carver, quien había encontrado a la compañera ideal, alguien por quien sentirse amado en la tierra, como llegó a decir en un bello poema.«Fue un regalo maravilloso esa forma de colaboración tan extraordinaria de nuestros corazones y nuestras mentes», señala Gallagher en un libro que también regala al lector auténticas lecciones de vida: así, la capacidad del ser humano para aceptar el dolor y la pérdida desde el valor; así, el triunfo de la creación frente a la enfermedad y a la propia muerte.
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viernes, 21 de septiembre de 2007
El libro, a distribución
Llegó el momento más esperado: ayer, a última hora de la tarde, recogimos de la imprenta los primeros ejemplares de Carver y yo. Hoy llegaran los libros al almacén de nuestro distribuidor y comenzará el carrusel de presentaciones y envíos. La suerte está echada, lector.
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lunes, 17 de septiembre de 2007
Entrevista a Gallagher en Chile
Publicamos integramente la entrevista a Tess Gallagher que la "Revista de Libros" del diario chileno El Mercurio publicó ayer domingocon motivo de la edición en España de Carver y yo
ENTREVISTA. Tess Gallagher:
LA VIGENCIA de Raymond Carver
Claudia Apablaza
A principios de octubre llegará a las librerías españolas "Carver y yo", volumen que reúne cartas, diarios de viaje, entrevistas y fotos de Raymond Carver y su esposa, Tess Gallagher. El libro, que ya fue traducido al italiano y al francés, y que Bartleby Editores publica ahora en castellano, se suma al rescate de la vida y la obra de uno de los cuentistas norteamericanos más destacados del siglo veinte
CLAUDIA APABLAZA
Moon Crossing Bridge (El puente que cruza la luna), el poemario de Tess Gallagher, viuda de Raymond Carver, se publicó en Estados Unidos en 1992 y fue traducido por primera vez al castellano el 2006 por Bartleby Editores. El mismo año, la editorial, publicó Todos nosotros, libro que reúne la poesía completa del autor, y Sin heroísmos, por favor, recopilación de textos que Carver había publicado en diferentes revistas y periódicos a lo largo de toda su carrera. Ahora se suma a este rescate Carver y yo, que se publicará en España bajo el mismo sello editorial.
Además, Tess Gallagher se ha propuesto publicar la versión original de De qué hablamos cuando hablamos de amor (1981), libro que Raymond Carver presentó a la editorial Knopf con el nombre de Begginers, pero que terminó editado por Gordon Lish bajo ese título y con una edición rigurosa que nunca dejó conforme a Carver. Gallagher no ha conseguido autorización para publicar este libro en su versión original en Estados Unidos.
Tanto El puente que cruza la luna como Carver y yo son homenajes de Tess Gallagher hacia la figura de Carver. En 1988, Carver muere de cáncer al pulmón, dejando atrás diez años de matrimonio, de los que data su producción literaria más fuerte. Su "segunda vida", como la llamó él mismo, después de sobrevivir a carencias económicas y a cuatro hospitalizaciones por alcoholismo. "Me estaba matando, simple y llanamente. No exagero".
El 1 de enero de 1979 Carver inicia su vida junto a Tess Gallagher, poeta y guionista norteamericana. William Stull y Maureen Caroll enfatizan, en el prólogo de Carver y yo, lo poco que sabríamos del autor si es que no hubiese vivido esos diez años más. Hasta el momento sólo había publicado en una editorial de alto tiraje el volumen de cuentos ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? (1976), y algunos libros de poesía en editoriales prácticamente desconocidas y con muy baja distribución: Near Klamath (1968), Winter Insomnia (1970) y At Night the Salmon Move (1976). Pero sus obras cumbres sólo fueron escritas dentro del período en que estuvo con Tess: ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? (1981) y Catedral (1983), obras que crecen en profundidad y aflicción lírica. Según los prologadores, esto se lo debe a la intensa relación con Gallagher, y el mismo Carver lo señala en una entrevista: "Hay una mayor plenitud, mayor hondura, gracias al buen ojo y estímulo de Tess... No sólo cambiaron las circunstancias personales de mi vida, también las externas. Imagino que me volví más esperanzado, más positivo".
Carver y yo es una recopilación de documentos que Tess Gallagher entrega para conocer más en profundidad la obra de Carver. Cartas, diarios de viaje de ambos, entrevistas a Carver, fotografías, entre otros. Está dividido en cuatro partes. La primera, "Excursiones", es el diario del largo viaje que hizo la pareja durante un año por Europa en 1987 para promocionar los libros del autor: desde Seattle a París, San Quintín, Alemania, Zurich, Roma, Londres, Escocia, Dublín y Belfast. Lugares en los que se van encontrando con amigos escritores, editores, libreros, intelectuales y artistas de la época. "Me propuse entonces llevar un diario en el que registrar los nombres de las personas que conociéramos. Ray creo que lo llamaba 'grabadora con tapas'. Los diarios se parecen bastante a un álbum, porque guardaba en ellos programas de teatro, recortes de periódicos, postales y fotos polaroid. Alguna vez también dibujé cosas que no podía escribir con palabras", escribe Gallagher. Junto con el diario que lleva Tess, se intercalan, en esta primera parte, notas breves que Carver le dejaba a su mujer en el viaje: "Me encantaría volver a casa. R.C. Hotel des Saints-Perés. Prometo (intentarlo) pasear todos los días, más o menos, con Tess por la playa de Port Angeles. R.C.".
La segunda parte, "Vidas cruzadas", reúne las cartas entre Tess y el cineasta Robert Altman, quien adaptó parte de la obra de Carver en la película Short Cuts. La tercera, "Conversaciones", son entrevistas realizadas a Tess Gallagger para algunos medios norteamericanos. Y para terminar, "Sin final", un texto donde Gallagher relata cómo ha sido su dedicación a la obra de Carver desde su muerte y la permanente comunicación entre ellos: "Nuestro diálogo, nuestro contacto, no terminará nunca. Mi sombra más azul, esa estrella blanca que me pertenece".-
¿Cómo se planteó el libro "Carver y yo"? ¿Es un homenaje al marido muerto, al escritor o a la pareja literaria que ustedes conformaron?-Carver y yo fue escrito para entregar una idea de mi vida con Ray, sobre todo de lo agradable de los viajes que hicimos juntos. También mostrar qué cosas importantes pasaron después de su muerte, como la publicación de sus poemas y la adaptación de los relatos de Ray en la película Short Cuts. El libro es tanto un homenaje a Ray como un retrato de nuestra vida juntos como escritores.
-¿Cómo era a grandes rasgos el trabajo literario entre ustedes?-Trabajamos con la misma fuerza el uno para el otro. Recuerdo con mucha alegría cuando le debía mostrar una historia a Ray o un poema. Él realmente celebraba mis textos y también trataba de ayudarme a perfeccionarlos. Cuando yo leía el trabajo de Ray, me asombraba e impactaba mucho. Lo sentía como si fuese a ocurrirme, como si la historia hubiese entrado en mi corriente sanguínea y yo sabía justo lo que ella necesitaba para completarse. Ray se encantaba cuando yo bosquejaba algo de esas ideas. Él podía usar todo o parte de ello, o formularlo de nuevo. Nosotros éramos bastante simbióticos, y cuando esto sucedía, era muy positivo para nuestro trabajo en común. Ray siempre quería saber lo que yo pensaba de su trabajo y valoraba que yo me lo tomara muy en serio. Trabajé de forma muy dura con él hasta el final.
-Usted también señala que Carver fue el motor principal en su propia producción poética. ¿Sigue siéndolo?-Ray es todavía una de las presencias más importantes en mi vida espiritual. Tengo varios poemas en mi último libro, Dear Ghosts, sobre él o dirigidos a él. Pero el lenguaje de los nuevos poemas no es tan hermético o misterioso como los de El puente que cruza la luna. Con aquel libro sentí que casi tuve que inventar de nuevo mi modo de estar en el lenguaje. A veces uno sólo tiene que arriesgarse y esperar a que la emoción lo lleve de un modo que no había esperado.
-Y hasta qué punto su obra poética se puede desvincular de la figura de Carver. Es decir, ¿le pesa mucho ser la "viuda de Carver"?-Siento que él no es para mí una figura opresiva. Soy, de verdad, más que la viuda de Raymond Carver. Ya han pasado diecinueve años desde su muerte. Mi escritura ha continuado desarrollándose durante este tiempo. Y los tópicos con los que trabajo son diversos: política, espiritual; tomando varias culturas como el japonés, el irlandés y el español. Me gusta trabajar con ellas que, si bien a veces son "fantasmas" o "espíritus", todavía nos entregan mucho conocimiento y sabiduría.
-¿Qué relación hay entre la muerte de Carver y el lenguaje en su obra?-En El Puente que cruza la luna tuve que moverme a una especie de oscuridad espiritual para redescubrir a Ray. Los poemas fueron usados para construir un puente hacia él en su nueva forma. Su desaparición hizo que los poemas alcanzaran una lengua pasada, remota, para descubrirlo. Es verdad que el lenguaje es muy retorcido en esos poemas, y mi traductor español, Eduardo Moga, me confesó que en ocasiones mi modo de hablar empuja el castellano a sus límites.
-¿Qué afinidades tiene usted con el lector español de la obra de Carver? Es decir, ¿qué le parece que se traduzca toda la obra de Carver al español?-No estoy segura de qué les parece Ray a los lectores españoles, pero puedo imaginarme que les gusta su honestidad y su modo de ser cuidadoso. Pienso que él siempre respetaba a los otros, incluso cuando alguien estaba errado en su vida. También él era muy sensible, pero de una forma muy moderada, de una forma que permitía acercarse a un camino que amplía la visión de mundo, que lo engrandece.
-En la carta enviada a Robert Altman, usted le dice que encuentra muy diferentes sus puntos de vista: "...donde Carver mete el cuchillo y lo vuelve a sacar más o menos en el mismo sitio, tú optas por trazar un ligero arco con él". ¿Cree que la película es una buena adaptación de la obra de Carver?-Creo que es la mezcla de las imaginaciones de dos grandes genios. Dos maestros. La fuerza de ambos está muy presente, aún cuando uno de ellos ha sido amplificado y cambiado por el de otro. Ray era muy delicado y exacto, mientras que Altman debe trabajar más ampliamente porque su medio es el cine. Pienso que Short Cuts no es realmente una adaptación del trabajo de Ray. Es una nueva creación en la cual el trabajo de Ray se avivó con la visión de Altman. Una adaptación simplemente habría estado guardando la fidelidad a las historias de Ray. Altman tuvo que hacer más que eso.
-¿Cómo se enfrentaba Carver a la crítica?-En general, Ray tuvo mucha aclamación crítica y respeto mientras estaba vivo. Sólo había controversias de vez en cuando. Por ejemplo, con la designación de "minimalista" que hicieron de él y con la cual nunca estuvo de acuerdo. Esto era una impresión falsa de Ray.
-Usted señala en "Carver y yo" que un escritor no debería estar ligado al mundo académico. ¿Por qué no se podrían complementar ambos oficios?-Pienso que muchos escritores pueden enseñar y escribir. Pero Ray, realmente, nunca se sintió cómodo enseñando. Él se sentía bien haciendo nada más que su obra literaria. Por mi parte, creo que mi enseñanza viene del mismo lugar de donde proviene mi trabajo creativo, así que significa que tendré menos poesía cuando estoy enseñando. Sólo quise trabajar medio tiempo en la enseñanza, así que podía hacerlo de forma muy intensa. Nunca quise ser alguien que se ganara la vida sólo de ello. Yo hubiese preferido siempre vivir con menos y guardar fidelidad tanto a la enseñanza como al arte, haciendo cada uno en su nivel más alto. Pero no tenía niños que mantener. Creo que este modo de vida es un lujo. ¡Pero ser un escritor es también un gran lujo!
-Usted señala que uno de los antídotos que tenían para la enfermedad de Carver, cuando los tumores se expandieron, era leer a Chéjov.-Hablo de esto con mayor detalle en la introducción al último libro de poemas de Ray, A New Path to the Waterfall. Allí describo cómo yo leía algunas historias de Chéjov por la mañana y luego se las contaba de tal modo a Ray por la tarde, que él se las quería leer. Luego era muy interesante discutir sobre la historia. También, comencé a notar que ciertos pasajes de Chéjov eran como "poesía oculta". Si los mecanografías en líneas hacia arriba, podrías descubrir la poesía de esa prosa. Ray comenzó a hacer eso. Hay varios poemas que son "poemas encontrados". Ray encontró algo nuevo en la prosa de Chéjov. Por otro lado, pienso que sentíamos la presencia de Chéjov con nosotros muy fuertemente en esos días. Era como si hubiésemos logrado ir más allá del tiempo y él hubiese caminado hacia nosotros en sus historias.-¿Quedan aún textos inéditos de Carver?
-Beginners es el libro que Ray presentó originalmente a Knopf para la publicación y que se convirtió en De qué hablamos cuando hablamos de amor. Ray no estaba de acuerdo con la edición de ese libro, pero no podía parar la publicación. Espero poder publicar este libro en español, ya que la editorial Knopf no me ha dado la autorización, hasta ahora, para publicarlo en Estados Unidos. Creo que hay una cierta sensación de Knopf de que ellos "han hecho el canon" de Ray, y no quieren que esto cambie. Esto es un tanto irrespetuoso hacia Ray. ¡Es extraño que el libro pueda aparecer en español o italiano o japonés, pero no en inglés, la lengua en la cual se originó!
Pareja literaria:
RAYMOND CARVER (1939-1988) Poeta y narrador. Es considerado uno de los grandes cuentistas de las últimas décadas. Entre sus libros, destacan: ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, De qué hablamos cuando hablamos de amor, Catedral, Tres rosas amarillas y Si me necesitas, llámame.
TESS GALLAGHER (Port Angeles, 1943). Poeta, narradora, ensayista, guionista y traductora.Ha publicado, entre otros, los poemarios Instructions to the Double (1976), Under Stars (1978), Amplitude (1988), Moon Crossing Bridge (1992), Portable Kisses (1996), y Dear Ghosts (2006). Becada por la Fundación Guggenheim, ha recibido los premios de la Maxine Cushing Gray Foundation y el Elliston Award.
CARVER Y YO, Tess Gallagher Bartleby Ediciones, Madrid, 2007.
ENTREVISTA. Tess Gallagher:
LA VIGENCIA de Raymond Carver
Claudia Apablaza
A principios de octubre llegará a las librerías españolas "Carver y yo", volumen que reúne cartas, diarios de viaje, entrevistas y fotos de Raymond Carver y su esposa, Tess Gallagher. El libro, que ya fue traducido al italiano y al francés, y que Bartleby Editores publica ahora en castellano, se suma al rescate de la vida y la obra de uno de los cuentistas norteamericanos más destacados del siglo veinte
CLAUDIA APABLAZA
Moon Crossing Bridge (El puente que cruza la luna), el poemario de Tess Gallagher, viuda de Raymond Carver, se publicó en Estados Unidos en 1992 y fue traducido por primera vez al castellano el 2006 por Bartleby Editores. El mismo año, la editorial, publicó Todos nosotros, libro que reúne la poesía completa del autor, y Sin heroísmos, por favor, recopilación de textos que Carver había publicado en diferentes revistas y periódicos a lo largo de toda su carrera. Ahora se suma a este rescate Carver y yo, que se publicará en España bajo el mismo sello editorial.
Además, Tess Gallagher se ha propuesto publicar la versión original de De qué hablamos cuando hablamos de amor (1981), libro que Raymond Carver presentó a la editorial Knopf con el nombre de Begginers, pero que terminó editado por Gordon Lish bajo ese título y con una edición rigurosa que nunca dejó conforme a Carver. Gallagher no ha conseguido autorización para publicar este libro en su versión original en Estados Unidos.
Tanto El puente que cruza la luna como Carver y yo son homenajes de Tess Gallagher hacia la figura de Carver. En 1988, Carver muere de cáncer al pulmón, dejando atrás diez años de matrimonio, de los que data su producción literaria más fuerte. Su "segunda vida", como la llamó él mismo, después de sobrevivir a carencias económicas y a cuatro hospitalizaciones por alcoholismo. "Me estaba matando, simple y llanamente. No exagero".
El 1 de enero de 1979 Carver inicia su vida junto a Tess Gallagher, poeta y guionista norteamericana. William Stull y Maureen Caroll enfatizan, en el prólogo de Carver y yo, lo poco que sabríamos del autor si es que no hubiese vivido esos diez años más. Hasta el momento sólo había publicado en una editorial de alto tiraje el volumen de cuentos ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? (1976), y algunos libros de poesía en editoriales prácticamente desconocidas y con muy baja distribución: Near Klamath (1968), Winter Insomnia (1970) y At Night the Salmon Move (1976). Pero sus obras cumbres sólo fueron escritas dentro del período en que estuvo con Tess: ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? (1981) y Catedral (1983), obras que crecen en profundidad y aflicción lírica. Según los prologadores, esto se lo debe a la intensa relación con Gallagher, y el mismo Carver lo señala en una entrevista: "Hay una mayor plenitud, mayor hondura, gracias al buen ojo y estímulo de Tess... No sólo cambiaron las circunstancias personales de mi vida, también las externas. Imagino que me volví más esperanzado, más positivo".
Carver y yo es una recopilación de documentos que Tess Gallagher entrega para conocer más en profundidad la obra de Carver. Cartas, diarios de viaje de ambos, entrevistas a Carver, fotografías, entre otros. Está dividido en cuatro partes. La primera, "Excursiones", es el diario del largo viaje que hizo la pareja durante un año por Europa en 1987 para promocionar los libros del autor: desde Seattle a París, San Quintín, Alemania, Zurich, Roma, Londres, Escocia, Dublín y Belfast. Lugares en los que se van encontrando con amigos escritores, editores, libreros, intelectuales y artistas de la época. "Me propuse entonces llevar un diario en el que registrar los nombres de las personas que conociéramos. Ray creo que lo llamaba 'grabadora con tapas'. Los diarios se parecen bastante a un álbum, porque guardaba en ellos programas de teatro, recortes de periódicos, postales y fotos polaroid. Alguna vez también dibujé cosas que no podía escribir con palabras", escribe Gallagher. Junto con el diario que lleva Tess, se intercalan, en esta primera parte, notas breves que Carver le dejaba a su mujer en el viaje: "Me encantaría volver a casa. R.C. Hotel des Saints-Perés. Prometo (intentarlo) pasear todos los días, más o menos, con Tess por la playa de Port Angeles. R.C.".
La segunda parte, "Vidas cruzadas", reúne las cartas entre Tess y el cineasta Robert Altman, quien adaptó parte de la obra de Carver en la película Short Cuts. La tercera, "Conversaciones", son entrevistas realizadas a Tess Gallagger para algunos medios norteamericanos. Y para terminar, "Sin final", un texto donde Gallagher relata cómo ha sido su dedicación a la obra de Carver desde su muerte y la permanente comunicación entre ellos: "Nuestro diálogo, nuestro contacto, no terminará nunca. Mi sombra más azul, esa estrella blanca que me pertenece".-
¿Cómo se planteó el libro "Carver y yo"? ¿Es un homenaje al marido muerto, al escritor o a la pareja literaria que ustedes conformaron?-Carver y yo fue escrito para entregar una idea de mi vida con Ray, sobre todo de lo agradable de los viajes que hicimos juntos. También mostrar qué cosas importantes pasaron después de su muerte, como la publicación de sus poemas y la adaptación de los relatos de Ray en la película Short Cuts. El libro es tanto un homenaje a Ray como un retrato de nuestra vida juntos como escritores.
-¿Cómo era a grandes rasgos el trabajo literario entre ustedes?-Trabajamos con la misma fuerza el uno para el otro. Recuerdo con mucha alegría cuando le debía mostrar una historia a Ray o un poema. Él realmente celebraba mis textos y también trataba de ayudarme a perfeccionarlos. Cuando yo leía el trabajo de Ray, me asombraba e impactaba mucho. Lo sentía como si fuese a ocurrirme, como si la historia hubiese entrado en mi corriente sanguínea y yo sabía justo lo que ella necesitaba para completarse. Ray se encantaba cuando yo bosquejaba algo de esas ideas. Él podía usar todo o parte de ello, o formularlo de nuevo. Nosotros éramos bastante simbióticos, y cuando esto sucedía, era muy positivo para nuestro trabajo en común. Ray siempre quería saber lo que yo pensaba de su trabajo y valoraba que yo me lo tomara muy en serio. Trabajé de forma muy dura con él hasta el final.
-Usted también señala que Carver fue el motor principal en su propia producción poética. ¿Sigue siéndolo?-Ray es todavía una de las presencias más importantes en mi vida espiritual. Tengo varios poemas en mi último libro, Dear Ghosts, sobre él o dirigidos a él. Pero el lenguaje de los nuevos poemas no es tan hermético o misterioso como los de El puente que cruza la luna. Con aquel libro sentí que casi tuve que inventar de nuevo mi modo de estar en el lenguaje. A veces uno sólo tiene que arriesgarse y esperar a que la emoción lo lleve de un modo que no había esperado.
-Y hasta qué punto su obra poética se puede desvincular de la figura de Carver. Es decir, ¿le pesa mucho ser la "viuda de Carver"?-Siento que él no es para mí una figura opresiva. Soy, de verdad, más que la viuda de Raymond Carver. Ya han pasado diecinueve años desde su muerte. Mi escritura ha continuado desarrollándose durante este tiempo. Y los tópicos con los que trabajo son diversos: política, espiritual; tomando varias culturas como el japonés, el irlandés y el español. Me gusta trabajar con ellas que, si bien a veces son "fantasmas" o "espíritus", todavía nos entregan mucho conocimiento y sabiduría.
-¿Qué relación hay entre la muerte de Carver y el lenguaje en su obra?-En El Puente que cruza la luna tuve que moverme a una especie de oscuridad espiritual para redescubrir a Ray. Los poemas fueron usados para construir un puente hacia él en su nueva forma. Su desaparición hizo que los poemas alcanzaran una lengua pasada, remota, para descubrirlo. Es verdad que el lenguaje es muy retorcido en esos poemas, y mi traductor español, Eduardo Moga, me confesó que en ocasiones mi modo de hablar empuja el castellano a sus límites.
-¿Qué afinidades tiene usted con el lector español de la obra de Carver? Es decir, ¿qué le parece que se traduzca toda la obra de Carver al español?-No estoy segura de qué les parece Ray a los lectores españoles, pero puedo imaginarme que les gusta su honestidad y su modo de ser cuidadoso. Pienso que él siempre respetaba a los otros, incluso cuando alguien estaba errado en su vida. También él era muy sensible, pero de una forma muy moderada, de una forma que permitía acercarse a un camino que amplía la visión de mundo, que lo engrandece.
-En la carta enviada a Robert Altman, usted le dice que encuentra muy diferentes sus puntos de vista: "...donde Carver mete el cuchillo y lo vuelve a sacar más o menos en el mismo sitio, tú optas por trazar un ligero arco con él". ¿Cree que la película es una buena adaptación de la obra de Carver?-Creo que es la mezcla de las imaginaciones de dos grandes genios. Dos maestros. La fuerza de ambos está muy presente, aún cuando uno de ellos ha sido amplificado y cambiado por el de otro. Ray era muy delicado y exacto, mientras que Altman debe trabajar más ampliamente porque su medio es el cine. Pienso que Short Cuts no es realmente una adaptación del trabajo de Ray. Es una nueva creación en la cual el trabajo de Ray se avivó con la visión de Altman. Una adaptación simplemente habría estado guardando la fidelidad a las historias de Ray. Altman tuvo que hacer más que eso.
-¿Cómo se enfrentaba Carver a la crítica?-En general, Ray tuvo mucha aclamación crítica y respeto mientras estaba vivo. Sólo había controversias de vez en cuando. Por ejemplo, con la designación de "minimalista" que hicieron de él y con la cual nunca estuvo de acuerdo. Esto era una impresión falsa de Ray.
-Usted señala en "Carver y yo" que un escritor no debería estar ligado al mundo académico. ¿Por qué no se podrían complementar ambos oficios?-Pienso que muchos escritores pueden enseñar y escribir. Pero Ray, realmente, nunca se sintió cómodo enseñando. Él se sentía bien haciendo nada más que su obra literaria. Por mi parte, creo que mi enseñanza viene del mismo lugar de donde proviene mi trabajo creativo, así que significa que tendré menos poesía cuando estoy enseñando. Sólo quise trabajar medio tiempo en la enseñanza, así que podía hacerlo de forma muy intensa. Nunca quise ser alguien que se ganara la vida sólo de ello. Yo hubiese preferido siempre vivir con menos y guardar fidelidad tanto a la enseñanza como al arte, haciendo cada uno en su nivel más alto. Pero no tenía niños que mantener. Creo que este modo de vida es un lujo. ¡Pero ser un escritor es también un gran lujo!
-Usted señala que uno de los antídotos que tenían para la enfermedad de Carver, cuando los tumores se expandieron, era leer a Chéjov.-Hablo de esto con mayor detalle en la introducción al último libro de poemas de Ray, A New Path to the Waterfall. Allí describo cómo yo leía algunas historias de Chéjov por la mañana y luego se las contaba de tal modo a Ray por la tarde, que él se las quería leer. Luego era muy interesante discutir sobre la historia. También, comencé a notar que ciertos pasajes de Chéjov eran como "poesía oculta". Si los mecanografías en líneas hacia arriba, podrías descubrir la poesía de esa prosa. Ray comenzó a hacer eso. Hay varios poemas que son "poemas encontrados". Ray encontró algo nuevo en la prosa de Chéjov. Por otro lado, pienso que sentíamos la presencia de Chéjov con nosotros muy fuertemente en esos días. Era como si hubiésemos logrado ir más allá del tiempo y él hubiese caminado hacia nosotros en sus historias.-¿Quedan aún textos inéditos de Carver?
-Beginners es el libro que Ray presentó originalmente a Knopf para la publicación y que se convirtió en De qué hablamos cuando hablamos de amor. Ray no estaba de acuerdo con la edición de ese libro, pero no podía parar la publicación. Espero poder publicar este libro en español, ya que la editorial Knopf no me ha dado la autorización, hasta ahora, para publicarlo en Estados Unidos. Creo que hay una cierta sensación de Knopf de que ellos "han hecho el canon" de Ray, y no quieren que esto cambie. Esto es un tanto irrespetuoso hacia Ray. ¡Es extraño que el libro pueda aparecer en español o italiano o japonés, pero no en inglés, la lengua en la cual se originó!
Pareja literaria:
RAYMOND CARVER (1939-1988) Poeta y narrador. Es considerado uno de los grandes cuentistas de las últimas décadas. Entre sus libros, destacan: ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, De qué hablamos cuando hablamos de amor, Catedral, Tres rosas amarillas y Si me necesitas, llámame.
TESS GALLAGHER (Port Angeles, 1943). Poeta, narradora, ensayista, guionista y traductora.Ha publicado, entre otros, los poemarios Instructions to the Double (1976), Under Stars (1978), Amplitude (1988), Moon Crossing Bridge (1992), Portable Kisses (1996), y Dear Ghosts (2006). Becada por la Fundación Guggenheim, ha recibido los premios de la Maxine Cushing Gray Foundation y el Elliston Award.
CARVER Y YO, Tess Gallagher Bartleby Ediciones, Madrid, 2007.
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miércoles, 12 de septiembre de 2007
Tess Gallagher en el blog ARTES
Os pasamos enlace con el blog ARTES: en el se recoge parte del material que publicamos en Carver y yo. Pinchad aquí.
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El viernes 21, en distribución
Ayer a última hora de la tarde, una plomiza tarde con la que el otoño enseña ya sus dientes a los madrileños, con los cierres de la imprenta ya echados, acabamos de dar el visto bueno a los ferros de Carver y yo. Hoy es el día en que Tess Gallagher comienza un largo periplo que la traerá primero a Irlanda y luego, de regreso a su país, la llevará por varios estados de la Unión para leer poemas, estrechar lazos con sus lectores y presentar en sociedad su último trabajo Distant Rain. Tess está muy ilusionada con la publicación de la edición española de Carver y yo. El libro llegará al almacén de nuestro distribuidor, UDL Libros, el próximo viernes veintiuno de septiembre. Se acerca al fin el momento más esperado, el de tomar por vez primera entre las manos un ejemplar después de tantos meses de trabajo.
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martes, 11 de septiembre de 2007
Final de trayecto
Ayer por la tarde cerramos, finalmente, el proceso de revisión de galeradas y de ajustes en la cubierta de la edición española de Carver y yo. La portada mostrará una imagen desconocida para los lectores de Carver y Gallagher. Hemos preferido ésta a la ya tradicional tomada por un transeúnte anónimo a la pareja en la terraza de un café parisino.
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martes, 4 de septiembre de 2007
Fin de semana con Tess y Ray
El poeta, novelista y crítico Manuel Rico, director de la colección Bartleby Poesía reflexiona en su blog acerca de Carver y yo. Podéis leerlo pinchando aquí.
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jueves, 30 de agosto de 2007
"Mi luna española" en "Carver y yo"
Después de comentar el asunto con Tess Gallagher y el traductor al castellano de Soul barnacles, Jaime Priede, hemos decidido incorporar a la edición española el texto titulado "Mi luna española". Gallagher nos envió el pasado otoño este largo artículo como respuesta a nuestra petición de unas palabras para incluir en la contracubierta de El puente que cruza la luna (traducido al castellano por Eduardo Moga). Creemos que "Mi luna española" ayudará al lector español a contextualizar a día de hoy la tarea que ha realizado Tess en estos casi veinte últimos años. El texto puede considerarse casi como un epílogo y una actualización (teniendo en cuenta que la primera edición de Soul barnacles se subtituló "Ten more years with Ray"). Veinte años después Gallagher ha continuado su carrera literaria (su último poemario "Dear Ghosts" se publicó el pasado año en los EE.UU. y ha alcanzado ya cuatro ediciones) pero eso no le ha impedido mantener vivo el espíritu de Sky House. Y nosotros somos buenos notarios de esa generosidad tan carveriana.
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martes, 28 de agosto de 2007
Alberto Paredes fotografía a Tess Gallagher
Alberto Paredes fotografió a Tess Gallagher durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid a finales del pasado mes de abril. Podéis ver la galería de imágenes pinchando aquí.
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martes, 21 de agosto de 2007
Mi luna española, por Tess Gallagher
En la casa desde la que escribo, una perrilla blanca y negra duerme en mi regazo. Somos ya los únicos ocupantes de Ridge House. Hace casi un año, mi madre, de 91, murió aquí, en mis brazos, tras una larga enfermedad.
Esta es también la casa que Raymond Carver, mi tardío marido, y yo compartimos durante sus últimos meses de vida: habitaciones desde las que se adentró en el reino de lo desconocido.
La perra rebulle. Es un legado del amor de mi madre, porque era suya, aunque a menudo sonreía, con delicadeza, y me acusaba: «Te quiere más a ti».
Ray y mi madre, sus pasos invisibles, nuestras conversaciones, nuestra risa y nuestras lágrimas: todo se superpone aquí. Nunca estoy sola, como reza el título de uno de los poemas de El puente que cruza la luna. Y eso es, al mismo tiempo, una bendición y una condena. A veces me falta el oxígeno, pero predomina un sentimiento de bienestar, porque me siento acompañada por seres a los que he amado intensamente, incluso más allá de la muerte.
Para escribir, apoyo la tabla en el lomo de la perrita. No se mueve. Así es la vida del perro de un escritor. Prefiere verme leer.
Releer El puente que cruza la luna, con ocasión del feliz acontecimiento de su edición española, es mi forma de acompañar este regalo que llega de tan lejos. Ahora me parece un libro extraño y enigmático. Está lleno de escenas de mi vida con y sin Ray, de manifestaciones de su espíritu, tal como yo lo reconstruyera, tras su muerte, escribiendo los poemas.
En el poema «El anillo», llamo «volátil, sacramental» a la forma en que Ray me habita desde que muriera. Deposito en los poemas mis sentidos exasperados. Me permiten experimentar el amor en el mundo que me rodea, incluso bajo la especie de una polilla que revolotea a mi alrededor mientras me baño.
El puente que cruza la luna me ayudó a sobrevivir a la pérdida de Ray. Con él perfilé la nueva forma que adoptaría nuestro amor. Por supuesto, la luna es la mítica residencia de los muertos. El libro cruza, pues, la tierra de los muertos, pero vuelve a la tierra de los vivos.
Es un libro de amor y de duelo. Me cuentan que mucha gente, sobre todo terapeutas, se lo ha dado a quienes han perdido a un ser querido. La poesía puede ser un bálsamo, un compañero, un testigo –y la caricia de un amor ausente, que puede volverse presente de formas misteriosas.
Fue terriblemente doloroso tener que seguir sola tras la muerte de Ray. Y volver a amar –eso fue casi imposible durante mucho tiempo. (Ved «Mar dentro del mar» y «No te conozco»).
Estuve visitando la tumba de Ray todos los días durante dos años y medio. Mis pasos dibujaron un sendero ovalado a su alrededor. Le hablaba con el corazón y en voz alta.
Muchos de estos poemas se forjaron en esas vigilias diurnas. Los alimentan la pasión y la soledad de esa época. Releyéndolo, observo hasta qué punto ese libro constituye un antecedente de mi último poemario, Queridos fantasmas. Para éste reescribí el poema «Incomprensiblemente», y le di otro título. Ray es todavía una presencia central en Queridos fantasmas, pero mi madre se ha sumado a él y a todos cuantos me habitan.
La primera vez que le enseñé El puente que cruza la luna a mi madre, me miró con tristeza y me dijo: «Me parece que no los va a entender nadie». Creo que tenía razón entonces, puesto que la opacidad de los poemas no permitía una aproximación lineal a los lectores. Pero el flujo emotivo y pasional del lenguaje, de las imágenes y de la voz arrastró a muchos, incluso aunque no supieran exactamente lo que quería decir en cada momento.
Tengo la sensación de que el castellano amplificará estos elementos sensuales y espirituales de los poemas, de forma que lleguen al lector español con más fuerza y profundidad, si cabe.
Mi poeta español favorito es Federico García Lorca. Ojalá me transfiera parte de su misterio y su encanto, gracias a la traducción de Eduardo Moga. Vaya a Eduardo y Pepo Paz, mi editor, mi más sincero agradecimiento. Pepo tuvo fe en el libro y trabajó entre bambalinas para hacer posible su publicación.
Este poemario se erige ahora en el puente que me ha de conducir a muchos encuentros silenciosos en España. Barcelona fue el primer lugar que visité. Recorrí sus calles nocturnas y descubrí el duende de una bailarina gitana cuya falda se arremolinaba, y cuyos pies relampagueaban, entreverados de mortales silencios. En cada uno de mis poemas hay una cueva de silencio que articulará el corazón del lector cuando los visite.
Pero mi perra se ha despertado ya. «¡Basta!», dice, mirándome como un oráculo. Es hora de salir a pasear bajo el sol de septiembre.
TESS GALLAGHER
Ridge House
2 de septiembre de 2006
Traducción al castellano de EDUARDO MOGA
Esta es también la casa que Raymond Carver, mi tardío marido, y yo compartimos durante sus últimos meses de vida: habitaciones desde las que se adentró en el reino de lo desconocido.
La perra rebulle. Es un legado del amor de mi madre, porque era suya, aunque a menudo sonreía, con delicadeza, y me acusaba: «Te quiere más a ti».
Ray y mi madre, sus pasos invisibles, nuestras conversaciones, nuestra risa y nuestras lágrimas: todo se superpone aquí. Nunca estoy sola, como reza el título de uno de los poemas de El puente que cruza la luna. Y eso es, al mismo tiempo, una bendición y una condena. A veces me falta el oxígeno, pero predomina un sentimiento de bienestar, porque me siento acompañada por seres a los que he amado intensamente, incluso más allá de la muerte.
Para escribir, apoyo la tabla en el lomo de la perrita. No se mueve. Así es la vida del perro de un escritor. Prefiere verme leer.
Releer El puente que cruza la luna, con ocasión del feliz acontecimiento de su edición española, es mi forma de acompañar este regalo que llega de tan lejos. Ahora me parece un libro extraño y enigmático. Está lleno de escenas de mi vida con y sin Ray, de manifestaciones de su espíritu, tal como yo lo reconstruyera, tras su muerte, escribiendo los poemas.
En el poema «El anillo», llamo «volátil, sacramental» a la forma en que Ray me habita desde que muriera. Deposito en los poemas mis sentidos exasperados. Me permiten experimentar el amor en el mundo que me rodea, incluso bajo la especie de una polilla que revolotea a mi alrededor mientras me baño.
El puente que cruza la luna me ayudó a sobrevivir a la pérdida de Ray. Con él perfilé la nueva forma que adoptaría nuestro amor. Por supuesto, la luna es la mítica residencia de los muertos. El libro cruza, pues, la tierra de los muertos, pero vuelve a la tierra de los vivos.
Es un libro de amor y de duelo. Me cuentan que mucha gente, sobre todo terapeutas, se lo ha dado a quienes han perdido a un ser querido. La poesía puede ser un bálsamo, un compañero, un testigo –y la caricia de un amor ausente, que puede volverse presente de formas misteriosas.
Fue terriblemente doloroso tener que seguir sola tras la muerte de Ray. Y volver a amar –eso fue casi imposible durante mucho tiempo. (Ved «Mar dentro del mar» y «No te conozco»).
Estuve visitando la tumba de Ray todos los días durante dos años y medio. Mis pasos dibujaron un sendero ovalado a su alrededor. Le hablaba con el corazón y en voz alta.
Muchos de estos poemas se forjaron en esas vigilias diurnas. Los alimentan la pasión y la soledad de esa época. Releyéndolo, observo hasta qué punto ese libro constituye un antecedente de mi último poemario, Queridos fantasmas. Para éste reescribí el poema «Incomprensiblemente», y le di otro título. Ray es todavía una presencia central en Queridos fantasmas, pero mi madre se ha sumado a él y a todos cuantos me habitan.
La primera vez que le enseñé El puente que cruza la luna a mi madre, me miró con tristeza y me dijo: «Me parece que no los va a entender nadie». Creo que tenía razón entonces, puesto que la opacidad de los poemas no permitía una aproximación lineal a los lectores. Pero el flujo emotivo y pasional del lenguaje, de las imágenes y de la voz arrastró a muchos, incluso aunque no supieran exactamente lo que quería decir en cada momento.
Tengo la sensación de que el castellano amplificará estos elementos sensuales y espirituales de los poemas, de forma que lleguen al lector español con más fuerza y profundidad, si cabe.
Mi poeta español favorito es Federico García Lorca. Ojalá me transfiera parte de su misterio y su encanto, gracias a la traducción de Eduardo Moga. Vaya a Eduardo y Pepo Paz, mi editor, mi más sincero agradecimiento. Pepo tuvo fe en el libro y trabajó entre bambalinas para hacer posible su publicación.
Este poemario se erige ahora en el puente que me ha de conducir a muchos encuentros silenciosos en España. Barcelona fue el primer lugar que visité. Recorrí sus calles nocturnas y descubrí el duende de una bailarina gitana cuya falda se arremolinaba, y cuyos pies relampagueaban, entreverados de mortales silencios. En cada uno de mis poemas hay una cueva de silencio que articulará el corazón del lector cuando los visite.
Pero mi perra se ha despertado ya. «¡Basta!», dice, mirándome como un oráculo. Es hora de salir a pasear bajo el sol de septiembre.
TESS GALLAGHER
Ridge House
2 de septiembre de 2006
Traducción al castellano de EDUARDO MOGA
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domingo, 19 de agosto de 2007
El puente que cruza la luna
Carver y yo resultará un libro esclarecedor: en especial para todos aquellos que piensan (todavía hoy, diecinueve años después de la muerte de Carver), que hay algo moralmente dudoso en el trabajo de firme custodia de su memoria literaria que ha realizado desde entonces Tess Gallagher. En Carver y yo está muy presente la obra de la propia Gallagher, en especial su primer libro de poemas publicado tras la muerte de Ray: El puente que cruza la luna (Bartleby Poesía, 2006. Traducción de Eduardo Moga). Os enlazamos con la entrevista que realizó Daniel Gascón la pasada primavera a Tess, durante su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid cuando fue invitada a participar en los actos de La Noche de los Libros (la entrevista se publicó en el suplemento cultural del Heraldo de Aragón, "Artes y Letras").
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viernes, 17 de agosto de 2007
Soul barnacles, en castellano
En estos días estamos ultimando la corrección de pruebas de la versión en castellano de Soul barnacles (ten more years with Ray) de la poeta, narradora, ensayista y traductora estadounidense Tess Gallagher, viuda de Raymond Carver.
Este blog quiere ser un cuaderno de rodaje en el viaje para la puesta en marcha de nuestro Carver y yo (traducido por Jaime Priede).
Para empezar os enlazamos con uno de los textos incluidos por Tess en el libro y que fue publicado en el especial que la edición digital del diario EL MUNDO dedicó en su día a la aparición de Sin heroísmos, por favor (trabajo publicado también en la colección MIRADAS de Bartleby Editores). Su título: Raymond Carver, 1938=1988.
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